El Desastre de Doñana, también conocido como el Desastre de Aznalcóllar o el Desastre del Guadiamar, fue un accidente industrial en Andalucía, en el sur de España. El 25 de abril de 1998, una presa de contención se rompió en la mina de Los Frailes, cerca de Aznalcóllar, en la provincia de Sevilla, liberando entre 4 y 5 millones de metros cúbicos de residuos mineros. Los residuos ácidos, que contenían niveles peligrosos de varios metales pesados, llegaron rápidamente al cercano río Agrio, y luego a su afluente el río Guadiamar, recorriendo unos 40 kilómetros a lo largo de estos cursos de agua antes de poder ser detenidos. El Guadiamar es la principal fuente de agua del Parque Nacional de Doñana, Patrimonio Mundial de la UNESCO y uno de los mayores parques nacionales de Europa. La operación de limpieza duró tres años, con un coste estimado de 240 millones de euros.
La mina Los Frailes era propiedad de Boliden-Apirsa (antes Andaluza de Piritas, S.A.), la filial española de Boliden, y producía unas 125.000 toneladas de zinc y 2,9 millones de onzas (unas 3.500 toneladas métricas) de plata al año.
El pasado del parque incluye una historia humana bien documentada que se remonta a 700 años atrás. En su primer año de funcionamiento, en 1997, Boliden Ltd produjo 180.000 toneladas de zinc, plomo, cobre y plata a partir de 4 millones de toneladas de mineral.
Aunque el desastre de Doñana resultó ser una de las peores catástrofes de Europa, se ha especulado con la posibilidad de reabrir la desaparecida mina. Una de las razones de esta sugerencia es que la zona es el hogar de miles de aves que migran desde diferentes continentes. La principal causa por la que los partidarios han hablado de reabrir la mina es por la razón económica de que hay riquezas en el terreno. La reapertura de la mina proporcionaría 1.000 valiosos puestos de trabajo. El proceso no sería tan fácil de llevar a cabo, ya que los escépticos sugieren que la reapertura de la mina provocaría un estallido consecutivo. No obstante, el secretario general de Innovación, Industria y Energía de Andalucía, Vicente Guerrero, explicó que la licencia de la mina estipularía que sólo se permitirían técnicas mineras modernas. El español también incluyó que no se utilizaría ningún líquido bajo el ejercicio de la mejor tecnología del mundo, lo que evitaría la creación de residuos húmedos venenosos.
El Parque Nacional de Doñana, al este de Portugal, está situado entre dos provincias de Andalucía, Sevilla y Huelva. Destaca por la gran diversidad de sus biotopos, especialmente lagunas, marismas, dunas fijas y móviles, matorrales y maquis. Al ser una de las mayores reservas naturales del continente, Doñana alberga también una gran variedad de especies de aves. Debido a su ubicación y a la proximidad entre África y Europa, más de medio millón de aves pasan el invierno en el parque cada año, y quizás la mitad de las especies de aves de Europa pueden ser vistas aquí en algún momento. Localidad minera enclavada a los pies de la sierra, en la parte occidental de la provincia, en un paisaje de gran interés, como lo demuestra el hecho de que sea zona de Interés Ambiental (Complejo Serrano de Interés Ambiental) por su rica fauna y flora.
Como resultado del desastre ecológico, nada sobrevivió debido a la alta acidez de los residuos, que contenían una mezcla de plomo, cobre, zinc, cadmio y otros metales, junto con sulfuros. La catástrofe industrial provocó una cadena de graves problemas medioambientales en la región de Andalucía. Una cadena tóxica poco visible se extendió por la naturaleza y fue difícil de descomponer. Altos niveles de metales pesados siguen incrustados en el suelo y el agua y se han colado en la fauna. Otro gran problema es la salud de los animales que vivían en los alrededores del parque. En esta mezcla de pantanos y bosques, 300 especies de aves se reproducen, se alimentan o hacen escala en su ruta migratoria entre el norte de Europa y África. Esta migración pronto llegó a su fin cuando la presa explotó; casi 2.000 aves, polluelos, huevos y nidos murieron o fueron destruidos y se recogieron más de 25.000 kilos de peces muertos en las secuelas.