Argentiera es una antigua ciudad minera, su nombre proviene del italiano argento, que significa plata. La mina fue explotada desde la antigüedad, desde los romanos.
Aquí, hasta 1963, se extraía y explotaba el plomo, la plata y el zinc.
En 1886 la mina fue adquirida por la Società di Correboi, cuyo propietario, el financiero genovés Andrea Podestà, impulsó su producción y, sobre todo, mejoró sus instalaciones industriales y de alojamiento. En 1924, la sociedad de Correboi pasó a estar bajo el control de la empresa italo-francesa Pertusola, que la gestionó hasta 1963, cuando se cerró por agotamiento de los yacimientos.
Apartado de las aguas claras de las hermosas playas, el lugar parece un pueblo fantasma del Lejano Oeste a la sombra de su difunto aparato industrial: el pozo, la planta de lavado, los almacenes, las casas de los trabajadores y el cine.
Es uno de los ejemplos más importantes de arqueología industrial en Cerdeña, está incluido en el Parque Geológico-Minero de Cerdeña y conservado por la UNESCO. En los últimos años, la ciudad ha experimentado un pequeño auge en la construcción y renovación de los antiguos edificios, especialmente la antigua mina.
En la actualidad, el pueblo alberga algunas pequeñas empresas que obtienen la mayor parte de sus ingresos del turismo. También se puede disfrutar de la sublime vista sobre la pequeña bahía de San Nicola desde la cima de la colina.
La minería industrial moderna en el lugar fue iniciada en septiembre de 1867 por su primera concesionaria, la marquesa Angela Tola di San Saturnino. Acosada por los problemas de explotación y la escasa rentabilidad, en 1870 vendió la licencia minera a la "Société Anonyme Miniere et Métallurgique Sardo-Belge", seguida en 1872 por la "Compagnia Generale delle Miniere". Bajo los nuevos concesionarios, la producción de la mina aumentó considerablemente, sobre todo gracias a ingenieros cualificados como Eugenio Marchese.